
Jamás pensé que mi cuerpo se asemejaría a la Venus de Willendorf. Lo he visto en mi abuela y en mi madre, pero eso no iba conmigo, ahora me toca a mí. Mi cuerpo lleva tiempo experimentando cambios que no quiero ver, para los que una nunca está preparada. Mi grasa se ha desplazado a otras partes del cuerpo y mi piel ha perdido su tersura. Mi estatura ha disminuido bruscamente, soy más redonda y he perdido fuerza. Mi cuerpo se ha llenado de pliegues.
La necesidad de canalizar estos pensamientos hacia sendas más positivas me impulsa a explorar con telas buscando formas similares a mis pliegues. El tejido se convierte en piel, en cuerpo que encoge lentamente según avanza el proceso creativo propiciando la aceptación de mi nueva imagen.